jueves, 17 de febrero de 2011

Sonríe, sólo así, moverás mañanas sin Sol.

Un dia te levantas y no apetece que brille el Sol, no te apetece sentir el viento, odias que los pájaros canten y que la gente aparente ser feliz. Sólo quieres que se pare todo, que el mundo dedique un minuto a pensar en algo más que en él mismo. Que todo el mundo se calle y sólo oir el sonido de tu respiración, una respiración entrecortada, forzada, angustiada. Sentir tu corazón palpitando, retumbándote en la cabeza, vibrante. Necesitas desaparecer, gritar bajo el agua. Necesitas respuestas, pero no haces las preguntas. Tienes demasiado miedo a todo, y en cambio a nada. Te pasas días asimilando y al final, cuando está todo aceptado, sigue sin pasar nada. Sigues esperando, sin saber qué será de ti mañana, si una tosida fuerte lo cambiará todo, si de nuevo algo hará click y cambiará el sentido de tu historia...y en realidad, no te importaría que lo hiciera, sólo quieres que pase algo y que pase ya. Sea bueno o malo, lo que tenga que pasar, pero que llegue ya. Harta de no ver nada de tu vida futura, no imaginarte haciendo nada más que esperar y desesperar.

El cansancio invade tu cuerpo y nubla tu mente. Echas de menos a los que lucharon como tú, y se fueron. Llegas incluso a sentirte furiosa porque te dejaron sola, pero a los minutos sólo eres capaz de echar de menos su sonrisa, su compañia, su mal humor y su cabezoneria. Su fuerza para aguantar el dolor más insufrible las veces que haga falta. Y te trasladas a ese día horrible una y otra vez, y deseas volver y hablar con ella, despedirte. Te enfadas porque no quiso decirte que se iba, porque dejó que pensaras que seguiriais hablando. Porque no te dio tiempo a decirle cuantísimo la querias. Así que optas por decírselo cada día desde que ya no está. Y luchas, aunque una parte de ti se fuera con ella. Luchabais por lo mismo, y sólo quedas tú. Mirando de frente al dolor y a la muerte, sin vacilar, sin pestañear. Sabiendo que si dudas un segundo de querer seguir aquí, te llevará.
No puedes permitirte flaquear. Está permitido llorar, gritar, insultar y blasfemar, siempre y cuando, al acabar, te levantes queriendo ver brillar el Sol, apeteciéndote salir a la calle a sentir el viento, oir los pájaros y recordar que, por mucho que estas 4 paredes te coman, sigues estando viva.



Tu mirada nos hace fuertes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario