lunes, 9 de enero de 2012

La vida es...

De normal, la gente suele basar su vida en planes futuros e ilusión por realizarlos. Si eso lo hace la gente que de verdad puede hacer realidad esas ilusiones y pensamientos, ¿cómo creéis que vive una persona que espera el mayor cambio de su vida? ¿Qué creéis que piensa alguien que espera que se haga realidad su mayor ilusión, su plan mejor pensado y repasado mentalmente cientos de veces? ¿Cuándo se da cuenta esa persona de que ha empezado a vivir de verdad?
Tener planes o ilusiones mientras esperas un trasplante puede resultar realmente fácil o extremadamente complicado.
 Puedes soñar cada día con respirar, ser capaz de ir a la playa o montar en bici. Planeas empezar una carrera, hacer un viaje o simplemente tener ánimos para vivir. Piensas: cuando me trasplanten seré súper feliz y haré tantísimas cosas…
El fallo es no darse cuenta de que la vida ya está pasando, los ratos que te pasas en casa divagando sobre cómo será tu vida en unos años son ratos que no recuperarás jamás y, créeme, deberías aprovecharlos.

Después de trasplantar, inmediatamente al despertar y pasadas unas semanas eres la persona más feliz del mundo, quieres comerte la vida sin dejar ni una miga. Una vez llegas a casa y empiezas a ver tus limitaciones (malditos huesos) y tus inseguridades hay un grave peligro de caer de nuevo en la monotonía de la ilusión y los sueños. Sigues soñando con poder continuar (o más bien empezar de nuevo) la carrera, con ir en bici a la playa en verano y con encontrarte genial y ser capaz de levantar tu propio peso (vale con poder levantar mi pierna y aguantarla más de 15 segundos me conformo), pero, ¿qué hay del ahora? De este mismo instante, estás vivo así que, ¿por qué no estás viviendo? Deja de hacer planes y mueve el culo. Si te apetece bañarte en bolas en la playa en mitad de enero, hazlo. Si te apetece meter la mano en chocolate fundido y pintarte la nariz con un dedo, por favor, ¡¡¡hazlo!!!

Soñar y tener metas es maravilloso siempre y cuando no perdamos toda la fuerza hablando de ellas y nos demos cuenta de que la vida son esos ratitos sin importancia entre la planificación del sábado y la organización de estudio del lunes.

No tengas miedo a soñar o no creas que no debes hacerlo por estar esperando un trasplante. Ten miedo, en todo caso, a perder la ilusión, porque entonces sí que tienes más trabajo que hacer. Pero mientras tus fuerzas de vivir y luchar sigan intactas, no temas a nada, que te tema a ti el mundo.


La única lucha perdida, es la que se abandona.


Dedicado especialmente a Irene, a la que acabo de conocer y ya me ha transmitido lo grande que es con un simple mensaje =)

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