miércoles, 16 de enero de 2013

Quiero hasta el último segundo

Cuando los recuerdos acechan en cada esquina es difícil seguir adelante. Lo que es vital es aprender a seleccionar dichos recuerdos y permitir la reproducción únicamente a los que nos sacan una sonrisa o incluso nos ayudan a seguir adelante.
Los recuerdos pueden guardarse en el corazón, llevarlos todo el día en la cabeza o plasmarlos sobre la piel para asegurarnos de que nunca nos olvidemos de ellos. Yo, en mi corazón llevo a Rebeca, a Álvaro, a mi donante, a mis médicos, a mis padres, a María Isabel, Carol, Anna, Lorena, a Víctor, a mi hermano, a Pipo.

Llevo la primera vez que me puse de pie con ayuda del Dr. Escrivá, llevo los recuerdos del miedo, las lágrimas más dolorosas y las sonrisas más sinceras. En el corazón llevo el olor a canela molida, a masa horneándose. La segunda primera vez que subí en bici, la primera vez que gané a Carlos aguantando la respiración bajo el agua (¡¡3 veces!!) el aire y el Sol en la cara la primera vez que salí a la calle después de tanto sufrimiento.

En la cabeza llevo a Carlos, a mi donante, que lo llevaré en cada huequito de mi ser. Llevo los paseos con Pipo, llevo los primeros días de clase. Llevo a mi nueva y bellísima gente: a Cris, Paula, Miguel, Tania, Dani, Vicente y tantos otros. Llevo la ilusión y el miedo a fracasar. Llevo el sabor a chocolate y menta, el calor de la manta eléctrica, el calor de Pipo. Todo lo que desde no hace más de dos años entró en mi vida para quedarse.

Y en mi piel...en mi piel llevo plasmados la alegría, el sufrimiento y las batallas ganadas. Llevo el dolor de algo que podría haber salido mejor, llevo el orgullo de algo horrible y al mismo tiempo maravilloso. Cortes que no elegí tener pero que llevo con la cabeza alta. Heridas que cuentan mi vida.

Llevo una golondrina que me trajo a puerto cuando acabó la batalla acompañada de mis padres y mi hermano señalándome el norte. Una preciosa libélula que me acompañó todo el duro camino de espera y luchar para traerme suerte. Me llevo a mí y a mi donante rodeados de mariposas que me trasmiten fuerza cada vez que las veo. Llevo a Lorena, a Carol y a Rebeca caminando a mi lado y dándole energía a mi resurrección. Y conmigo también viene Pedro y su "sólo así moverás mañanas sin Sol" para recordarme cada mañana que sonreír no es tan difícil como parece.

Cada recuerdo, en su forma, ayuda a seguir, cerrar y abrir nuevas etapas. No tengáis miedo a recordar porque llegará un momento en que nosotros pasaremos a formar parte del recuerdo de alguien, y eso hará que perduremos dentro de ellos. Nuestro legado será eterno.