lunes, 17 de diciembre de 2012

Your body was black and blue


¿Por qué no podemos aprender de alguien como Pipo?  Si lo observamos veremos que no tiene complicación ninguna. Es un ser simple que vive preocupado por su pelotita, por las caricias de su mami y por correr detrás de las hojas llevadas por el viento. No piensa en nada.
Oh, qué bonito sería no pensar. Eso es lo que deberíamos aprender de Pipo. A no pensar. ¿Por qué nos esforzamos por complicar las cosas con lo fáciles que podrían resultar? Si no quieres estudiar, no estudies. Si quieres dormir…¡duerme! Si te apetece saltar pues te vas con Pipo abajo y te pegas dos saltos de esos que hacen crujir la rodilla.
¿Por qué aparentar que se quiere ser normal, si lo que nos apetece es hacer el subnormal?
Nos pasamos la vida creyendo que debemos tener sueños, que debemos tener aficiones. Todo porque así nos educan. Nos hacen ver que tener hobbys es mejor, que estudiar una carrera es mejor. Pero quizás, después de un tiempo (bien largo) dedicándote a estar en un sofá medicándote esperando lo inesperado, tus sueños cambien sin darte cuenta. Puede que te plantees si lo correcto verdaderamente lo es o a ver porque sentarte en un banco a ver pasar la vida no puede ser una afición.
No os asustéis, no voy a dejar la carrera y ¡mucho menos dejar de cocinar! Sólo digo que las ilusiones cambian y no siempre se mantienen los mismos sueños ni aficiones. Que no tengáis miedo a decir: ¡pues resulta que ya no me gusta tanto eso de las matemáticas oye! Y además el pimiento ya no me gusta…
Las personas cambian con el tiempo, la vida cambia con el tiempo (y menos mal) y lo normal es evolucionar con ella.
Ciertamente, no os voy a engañar, me encuentro un poco perdida en el tema de vivir. No sé bien si lo supuestamente correcto es lo adecuado para mí en este momento o si debería hacer más el subnormal, que es lo que me llama más la atención ahora mismo. Sea lo que fuere el caso es que lo mejor es pensar menos. No dejar que nos dominen nuestros “súperyo” exigentes y dedicar más tiempo a observarnos y escuchar qué nos pide nuestro cuerpo. Porque al fin y al cabo él marca el ritmo.
No tener miedo a admitir que no nos gusta la normalidad y dejar de intentar aparentar y simplemente SER, que hoy en día, ya es un trabajo bastante costoso.

1 comentario:

  1. Muchas veces me siento súper culpable porque con tanto tiempo libre otros aprovecharían para hacer mil cosas, aprender idiomas, o a hacer pasteles, o apuntarse al gimnasio, o simplemente salir de casa todos los días. Pero a mí me encanta estar en casa, sentarme en el sofá a ver programas de decoración, o leer, o hacer manualidades, o hacer listas de mil cosas, u organizar mis revistas, o ponerme a soñar y pensar en qué haría si esto o qué haría si lo otro, o simplemente NO HACER NADA.
    La gente insiste en que mi vida es muy aburrida, todos me quieren planificar lo que tengo que hacer, que si deberías hacer ejercicio, que si deberías salir más, que si yo haría esto o lo otro si tuviera el tiempo que tienes tú.
    Pues miren ustedes, cuando me apetece salir, salgo, cuando tengo alguna obligación, la hago, pero cuando llueve y hace frío, si me apetece no poner el despertador, levantarme de la cama a las mil e ir de ahí al sofá a taparme con una mantita y jugar con mi gato, pues lo hago. Y tan feliz. Y si tengo un día horroroso, que son muchos, y tengo que estar retorciéndome de dolor porque en lugar de tripas parece que tengo gusanos por dentro, pues mejor en mi casa solita que en otro sitio. Yo me lo guiso, yo me lo como, y tan feliz.
    Esto es lo que me pide el cuerpo ahora, en otros momentos me pedía otras cosas, y en el futuro espero que la cosa cambie y que cada día tenga alguien que me haga salir de casa todos los días para ir al parque a jugar, pero mientras esto es lo que quiero y puedo hacer, y señores, si me aburro o no es mi problema.

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