San
Fermín debió echarme el ojo y ¡decidió echarme una manita también! Me trasplantaron
y los 3 meses siguientes fueron física y mentalmente los más dolorosos de mi
vida. Al mismo tiempo, los más esperanzadores. Porque de verdad creía que ya
acababa todo. No es que fuera ingenua, sabía que los problemas no acababan ahí,
porque la F.Q no
da tregua alguna, pero de verdad que confiaba en esa segunda oportunidad. Salí
y viví por fin. Fueron dos años maravillosos, llenos de dolor y sonrisas.
Sustos y más sustos. De desayunos, de amor, de pasteles y sueños cumplidos. Oportunidades
de elegir, cuantísimo tiempo levaba sin poder elegir... Casi 730 días de aire
si todo no se hubiera truncado de esta manera.
Sobre las 18h entre en quirófano para dormir
profundamente. Lo hice pensando en tonterías, de hecho, cuando desperté me
enfadé un poco conmigo misma porque es que no dije nada bonito ni hice ningún
discurso de despedida para mi familia y amigos. Simplemente le dije a mi
cirujano Juan Escrivá que cumpliera bien con su trabajo, manda huevos. (En
realidad pensaba: como me muera pienso venir en forma de fantasma).
Esta vez, estoy despierta todo el día, otro
año más y doy las gracias a mi donante por ello. Hice cálculos, y repartiendo
su vida entre sus órganos me he adjudicado, con todo el respeto del mundo, un
0,5 de su vida. Así que hoy por hoy vivo 1’5 vidas y si la suerte está de mi
lado dentro de un tiempo seré 1,75…
Cada unas de las dieciséis cicatrices que
recorren mi cuerpo cuentan algo de mí y me recuerdan, día tras día, lo que he
sufrido. Cada uno de mis tatuajes está lleno de esperanza y millones de
emociones y me hacen ver que por cada cicatriz hay una nueva superación y un
nuevo sentimiento de victoria y orgullo. Y amo tanto unas como otros.
Dos años largos y tan cortos…dos años que espero poder alargar, sea de la forma que sea, porque tengo mil sueños por cumplir aun, cicatrices que superar y tatuajes que hacerme.
Así que esperaremos, celebraré este día con
una rica tarta y con mi familia y seguiré pegando bocados al aire hasta que
llegue, de nuevo, mi gran momento.
Mi sicologa me ha puesto de deberes anotar motivos para vivir . Me averguenzo un poco de mi misma despues de leer estas palabras tan bonitas , llenas de fuerza y sinceridad , pero tambien recojo mucha fuerza y ganas de disfrutar de la vida . La sonrisa de Olaia es magica , especial... como ella misma. Muas
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