miércoles, 4 de enero de 2012

A veces cuesta hacer limonada

¿No os ha pasado alguna vez que cuando cortáis limones se os mete el jugo entre las uñas, en una heridita del dedo, os salta a los ojos o incluso os hace hervir una quemadura? Iisshh qué molesto resulta. Por esto no siempre apetece hacer limonada ni resulta tan fácil cómo intentan pintártelo. A veces, incluso, ¡deberías ponerte guantes y unas gafas protectoras para ello!

Una vez has conseguido hacerla, tampoco es tan gratificante bebérsela. O lleva demasiada azúcar o no la lleva bien disuelta y tienes que masticar o resulta demasiado ácida.

Así que, por todo ello, cuando la vida te da limones, no es tan sencillo hacer limonada. Y tampoco puedes hacerla con todos tus problemas, claro. Si yo hiciera limonada, y me la bebiera, por cada problema que tengo, acabaría con diarrea crónica (ah no espera, que de eso ya tuve y NO MOLA NADA).
El caso es que no siempre se tienen fuerzas para ponerte a limpiar (cuidado con los bichooos) y cortar limones para exprimirlos. No te apetece que te entre un chorretón en el ojo ni tener que chuparte los dedos y gritar: ¡¡como escuece leñeeee!! No quieres enfrentarte a eso.
¿Pero entonces qué haces? ¿Te sientas en el sofá y dejas que se forme una especie de piscina limonera en tu salón? Casi te cuesta lo mismo eso que exprimir, porque aunque sólo sea para un vaso de agua, algún día tendrás que ir hasta la cocina…y nadar entre limones…tela. No, eso tampoco mola nada, eh.

También está la opción de pedirle a los que viven contigo que te vayan haciendo hueco, pero eso es echarle tus limones encima a la gente, y mola menos que lo anterior.

Yo he intentado incluso lanzarlos por la ventana para que los atropellaran los coches. Además siempre me encantó el sonido que hace una naranja, un limón o cualquier cosa parecida al ser aplastada por una rueda. ¡Y lo superior que te sientes cuando pasa! Casi miras a la fruta con una sonrisa malévola de venganza.
Pero eso de ensuciar el medio ambiente no es lo mío y soy incapaz de hacerlo.

Después de pasarme la noche pensando y casi delirando sobre cómo deshacerme de los limones llegué a la respuesta que buscaba. Aún no la puse en práctica, así que es sólo una teoría. ¡Pero en cuanto la pruebe os lo cuento, palabra!

Devolver los limones al lugar de donde vienen. Sí, voy a tirar los limones al campo de al lado. A sus árboles, a su tierra y que ellos se apañen. Yo no los pedí, vinieron y entraron en mi casa sin avisar. Llevan haciéndolo muchos años, desde que vi la luz por primera vez, y creo que ya está bien.
Sé que seguirán viniendo y me tocará sacarlos de casa, pero así será. No los guardaré en los armarios ni me quedaré en el sofá rodeada de ellos. También sé que será un trabajo diario y que no siempre podré hacerlo sola, pero todo en mi vida siempre he tenido que hacerlo así y aquí sigo.

En resumen, si la vida os da limones está genial poder hacer limonada. Pero para los que como yo, si muchas veces no os quedan fuerzas o simplemente estáis hasta las narices de hacer limonada, arrojarlos al campo. Que vuelvan al sitio de donde nacen los problemas. No dejéis que se queden, o acabareis nadando en ellos y entonces será más difícil salir. Dejad que os ayuden pero no se los echéis encima a otra persona.

¡¡¡POR UN MUNDO SIN LIMONES!!



P.D: Hoy haré roscón de reyes, en cuanto pueda subo la receta. Además de dos más que tengo pendientes, cupcakes de piña y las galletas de mantequilla, pero es que estuve muy ocupada arrojando limones. ¡¡Un beso a todos y feliz año!! J

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